Pueblo fantasma de Nuevo México: Ragland

Ed Domain

agosto 1, 2022

¡Bienvenido a Ragland!

 

Viajando por el estado de Nuevo México, siempre nos ha sorprendido lo que encontramos en el camino.

Conduciendo por el este de Nuevo México de camino a Albuquerque, por las viejas carreteras secundarias mientras se admira el paisaje y la falta de tráfico, uno puede encontrar lo que parece que podría ser una tienda abandonada, o tal vez una gasolinera. Bienvenido a Ragland, un pequeño pueblo fantasma de Nuevo México.

 

No parece abandonado cuando te acercas

 

La (muy) breve historia de Ragland

La gente se ha desplazado por Nuevo México antes de que existiera la historia documentada, y la historia de Ragland no es diferente.

Situada junto a la ruta 209 de Nuevo México, cerca de la intersección con la NM 156, Ragland es hoy unos cuantos edificios abandonados, enclavados en el paisaje desértico.

Ya en 1906, un hombre emprendedor llamado Tom Ragland presentó una reclamación sobre unas tierras en la zona geográfica más amplia conocida como «The Caprock». Caprock se refiere a la «escarpa de Caprock», que es el término técnico para la región de las altas llanuras del oeste de Texas y el este de Nuevo México. Los Ragland eran industriosos y llamaron Ragland a su naciente ciudad, aunque llamarla «ciudad» es un poco generoso.

Tom abrió una pequeña tienda. Entonces se abrió una oficina de correos, y Maude Ragland, la esposa de Tom, se convirtió en la primera jefa de correos del nuevo asentamiento.

 

Los árboles y los bichos se han mudado

 

La historia de Ragland no era la de un pueblo del salvaje Oeste en el que se produjeran notorios tiroteos o se viviera un gran drama. Era un lugar pequeño y tranquilo, y siguió siéndolo. Con el tiempo, la tienda cerró y la oficina de correos también. Aunque todavía hay algunas casas y edificios ocupados lejos de la propiedad principal de Ragland, la mayor parte de lo que habita aquí son recuerdos.

 

Subiendo al edificio principal

 

La magia de las ciudades fantasma

De pie bajo el sol de la tarde, en silencio, mirando al edificio principal de Ragland, es como si pudieras oír sonidos del pasado, si te quedas lo suficientemente quieto.

Mirando la fachada bloqueada de la tienda, los árboles han crecido para bloquear la vista, como si lo hicieran en un acto de desafío. «Vosotros no usáis este espacio, los árboles lo recuperaremos, gracias«.